Cuando perdonar es la clave para que tu salud mejore
A lo largo de nuestra vida afrontamos distintas situaciones que dejan una
marca en nuestro ser. Algunas, las buenas, nos permiten sentir plenitud y
alegría. Pero hay otras que solo producen amargura, y que preferimos no
recordar.
Aunque lo intentamos, esos sentimientos generados que encierran como principal
componente al rencor y el deseo de venganza, va enraizándose y nos produce
malestar no sólo emocional, sino que también nuestro cuerpo se resiente y
enfrenta las consecuencias.
Esta amargura puede estar guardada por años, y brotar en algún momento,
creando ataduras y falta de libertad.
Es importante, entonces tomar conciencia de cuáles son los hechos que nos han
lastimado, y los dichos y acciones de personas que han dejado una huella que
no quiere borrarse, y nos limita en nuestra vida, trayendo malestar y
enfermedad. Mientas callé, se envejecieron mis huesos, dice la Biblia
en el Salmo 32. El estrés, dolor de huesos, colon irritable, y muchos otros
síntomas son ocasionados por la falta de perdón.
Para poder ser libre de todo rencor, primeramente tenemos que tomar conciencia de que nosotros ya hemos sido perdonados por Dios, por medio de Jesús. El Señor ha tomado nuestro lugar de "culpables", lo hizo en la cruz, y por medio de ese sacrificio nos ha liberado de toda condenación y quitado nuestra culpa.
Es el mismo Jesús que nos enseña a orar, y en nuestra oración al Padre, dice: Perdona el mal que hacemos, así como nosotros perdonamos a los que nos hacen mal. De modo que, al pedirle a Dios que os perdone nuestros pecados cotidianos, le estamos diciendo que nosotros también perdonamos a aquellos que nos hicieron mal. En otras palabras, es necesario perdonar a los que nos ofendieron para que el Padre nos perdone a nosotros.
No dejemos que las raíces de amargura se profundicen en nuestro interior. Perdonemos en el nombre de Jesús a aquellos que nos han ofendido, y dejemos que Dios restaure lo que pasó
Patricia MV