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El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu, y nos asegura que somos hijos de Dios


Porque el Espíritu que Dios les ha dado no los esclaviza ni les hace tener miedo. Por el contrario, el Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite llamar a Dios: «¡Papá!»
El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu, y nos asegura que somos hijos de Dios.
Y como somos sus hijos, tenemos derecho a todo lo bueno que él ha preparado para nosotros. Todo eso lo compartiremos con Cristo. Y si de alguna manera sufrimos como él sufrió, seguramente también compartiremos con él la honra que recibirá. Romanos 8:15 -17 BLS

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