El Señor quiso que su siervo creciera como planta tierna que hunde sus raíces en la tierra seca. No tenía belleza ni esplendor, su aspecto no tenía nada atrayente; los hombres lo despreciaban y lo rechazaban. Era un hombre lleno de dolor, acostumbrado al sufrimiento. Como a alguien que no merece ser visto, lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta. Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado. Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud. Isaías 53:1-4 DHH
Confía en Dios y encuentra Su perfecta paz
-
Confía en Dios y encuentra Su perfecta paz Querida hermana en la fe, En un
mundo tan lleno de incertidumbre, Isaías 26:3-4 nos ofrece una promesa
poderos...
¿Quién dirige tu corazón?
-
*La frase “Sigue a tu corazón” es un estandarte de miles de millones de
personas, puede sonar simple, bello y liberador. Pero, sin embargo, te irá
mejor e...
Oración por la unidad familiar
-
Amado Padre,
te doy gracias por la familia que me diste, porque por tu gracia ha sido
creada. Gracias por el amor que derramaste en nosotros, que nos hace ...
Cuidado con la ansiedad
-
La ansiedad es una angustia del alma, es sufrimiento, tormento, agonía,
dolor, aflicción, pena, desazón, pesar, aflicción y confusión. Millones de
almas...